No me gustan demasiado las intervenciones largas de alumnos en clase, algunas parecen intentos de mostrar erudición o mencionar autores que te has leído; alargan la clase y muchas veces no vienen al caso. No pienso lo mismo de las intervenciones-prompts. Me explico, preguntarle al profesor sobre la relación de X con otro autor, corriente, problema filosófico, etc., que interesa personalmente. Es interesante poder sacar esos temas en clase, porque muchas veces los autores o corrientes que vemos en clase no coinciden especialmente con nuestros intereses más concretos; gajes de carreras con contenidos tan amplios y variados, menos mal que los temas de los trabajos son más o menos libres.

Sin embargo, no puedo con las largas reflexiones que no están conectadas con la clase. A veces es sacar temas o autores sin motivo, preguntas casi retóricas que no esperan una respuesta real del profesor. Sería como interrumpir una clase de Platón para sacar el problema del tercer hombre y decir algo cómo “vaya, sería muy inteligente considerar que las ideas y la materia forman una unidad sustancial”. Además, no sé si es peor incluir muchas referencias a autores y a libros o ninguna, disimulando de dónde han salido esas ideas.

Me gustan mucho las clases interactivas, las asignaturas de Textos, el formato de exposición-objeción, que el profesor presente temas haciendo preguntas previas, abrir breves debates si hay tiempo, etc. Muchas asignaturas dan pie a diálogos muy interesantes entre alumnos y con el profesor. Es una forma muy interesante de dar ciertas partes de la filosofía y rompe con el formato clase magistral. Pero, por favor, estamos en otro formato de clase.

— PabloLiebre995, octubre 2022

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